Paco: (Mira al público.) Ah, ya están aquí. Puntuales, como siempre; en cambio, de mí no se puede decir lo mismo. Ustedes me tienen que disculpar, lo siento, no he podido llegar antes. El segundo grupo se acaba de ir y estoy molido. ¿Me perdonan si me siento un momento?... Son ustedes muy amables. (Coloca una silla a la izquierda.) Ando todo el día escaleras abajo, escaleras arriba. Mi mujer dice que tengo un trabajo de lujo. ¡Ja!, de lujo. Esto es matador. ¡Ah!, mi nombre es Francisco; pero pueden llamarme Paco. (Sentándose.) ¿No les importa que me quite los zapatos, verdad? (Quitándoselos.) Bueno, ya puesto... me quito los calcetines. (Lo hace y se da un masaje primero en un pie y luego en el otro mientras habla.) Mis pobres pies. Están más doloridos que si hubiera hecho el camino de Santiago. Necesito vacaciones. Vayan, vayan sacando fotos al teatro, pueden hacerlo, no se preocupen, como si estuviesen de visita en el museo. Aprovechen ahora, no sean tontos, porque cuando vengan a ver una función... ya saben, está prohibido. Es que con el flash se desconcentran los actores. ¿Han apagado el móvil? Ése es otro enemigo de la concentración. Una cosa que les ruego es que no fumen. Espero que no haya un pirómano entre ustedes, sería una pena destruir este bonito coliseo, fíjense que data de principios del siglo XX. Antes, de Cristo. No, no es tan antiguo, Cristo era el empresario a quien pertenecía. ¿Se acuerdan? Antiguamente había muchos teatros que pertenecían a particulares. Este era uno de ellos, ahora pertenece a este ayuntamiento, vamos, que es patrimonio de esta ciudad. Imagínense, un pedacito de él pertenece a cada ciudadano... Imagínenselo, pero ni se lo crean, por supuesto que es única y exclusivamente del director de la fundación de Cultura; y es mejor así, de otra forma esto sería una anarquía, figúrense que cualquier compañía de Asturias lo pidiese para sus ensayos... La manutención de este edificio es carísima. Si hay función que ensayen en el parque, están al aire libre, y el aire es de todos; el de la calle. (Transición.) ¡Eh! El del chicle, espero que se cuide de tenerlo en su boca todo el tiempo que dura la visita. Aquí no se pueden tirar al suelo, y nada de pegarlos a la butaca. Lo siento, ya sé que son ustedes muy educados, pero es mi deber avisarles, además, lo hago por el bien de ustedes. Vuelvan a imaginar por un momento. Imaginen que bajo sus posaderas hay un chicle, ¿qué pasaría? Pues que se quedarían pegados a su asiento y les aseguro que eso sería mucho peor que pensar en su ropa, irremediablemente estropeada; porque ver un espectáculo a la fuerza... Quiten, quiten, eso es un castigo. Sólo de pensarlo se me eriza el vello. Esos montajes que no hay quien los digiera... Aunque aquí no pasa, aquí no hay montajes de esos, y de los otros poquísimos. Este teatro sólo se abre cuatro veces al año... para que no se estropeen las pinturas rupestres, perdón, los carteles de las funciones que cuelgan de las paredes. Mientras estén aquí dentro ruego que no respiren. (Ríe.) Señora se está poniendo morada. Bueno, respiren pero háganlo muy despacito, alternándose de uno en uno, no lo hagan todos a la vez, ¿de acuerdo? Es que se puede enrarecer el ambiente. Las cuatro veces que hay funciones son actores profesionales. Ustedes no se preocupen, su profesionalidad la acredita el pertenecer a grandes compañías de la capital. Aquí no vienen cómicos de poca monta, de esos que no saben andar más que tropezando con los muebles y depositando sus babas sobre el escenario. Tal vez me equivoco y los cómicos son los de las grandes compañías, no sé. Se me cansa hasta la mente. Esto de hacer de guía del teatro es muy cansado, en serio. No saben ustedes lo que agota repetir que esto es la corbata, que aquí, donde estoy ahora mismo, es el proscenio. A esto de aquí se le llaman patas. Y eso que me ilumina es un foco. Hay más datos, pero qué más les da cómo se llama cada elemento del teatro, lo que importa es saber dónde esta la butaca para sentarse en ella, ¿no? Y que no tenga chicle. Lo dicho, necesito urgentemente unas vacaciones. El lavabo lo tienen al salir a mano izquierda y otro más en la segunda planta. Espero que no esté atascado. Pueden ir a mirar los palcos de platea, subir al segundo piso, entrar en la cabina de iluminación y sonido. Y disculpen que no les acompañe, ya no tengo fuerzas. Siento como si me fuese a romper de un momento a otro. Después de que recorran su vista y sus manos por cada rincón de nuestro teatro pueden pasar por el hall donde tienen preparados unos canapés que yo mismo he preparado. (Se va poniendo el calzado.) Y me lo tienen que agradecer, porque otra cosa no, pero trabajador soy un rato largo, porque... les voy a hacer una pregunta, así, en confianza: ¿qué persona se viene a trabajar después de estar toda la noche indispuesto? Aún tengo un mal cuerpo... Pero ustedes no se preocupen por mí, esto se me pasa, ha debido de ser un virus, de esos que andan por el aire. (Comienza a toser.) No es nada importante. Con unas vacaciones quedo como nuevo. (Se rasca y le cae una oreja. La recoge.) No soy perfecto, qué le vamos a hacer... Les digo que no se preocupen por mí, aún tengo otra oreja para oír. Señores, ustedes tienen que entender que me caiga a pedazos, ustedes que disfrutan de esas vacaciones que yo ni huelo... ¿Y usted qué olfatea? Sus pies huelen peor y nadie le apunta. Apuntar con el dedo es de muy mala educación, porque nunca se sabe en qué lugar lo ha metido usted antes. Yo también me meto el dedo en la nariz, pero hombre, lo hago discretamente, cuando nadie me ve (se lo está metiendo). Es mi dedo y mi nariz y no se lo voy enseñando a nadie. (Escucha un pitido.) Un momento. Está sonando el intercom. (Va a por él. Sale con él puesto.) Sirve para comunicarse la cabina de sonido con el maquinista que está entre cajas, o sea donde ustedes no lo ven, por ahí. (Al aparato.) Dime.
................
¿Qué te crees que hago? Lo mismo de siempre. Explicarles todo esto a un grupo de turistas majísimos.
................
Oiga señorita, donde quiera que esté, porque no la veo. Yo estoy haciendo mi trabajo.
.................
(Al público.) Algunos teatros tienen fantasmas, éste tiene a la mujer invisible. ¡Chúpate esa!
................
¿Que no es invisible? Pues yo no la veo. Pero tu voz me suena... Sí, la he oído antes. Sí, en la máquina del tabaco: "Su tabaco, gracias"
................
¿Que es la regidora?
Mira al publico, mira a cajas, vuelve a mirar al público.
Bueno, pues esto es donde se representa teatro y hoy es uno de esos cuatro días que hay función. Muy buenas. (Sale corriendo.)
Voz en off: Señores, señoras, la función va a comenzar.
Oscuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario