TEODORO: Nuevo
pensamiento mío,
desvanecido en el
viento,
que con ser mi
pensamiento,
de veros volar me
río,
parad, detened el
brío,
que os detengo y os
provoco;
porque si el intento
es loco,
de los dos lo mismo
escucho,
aunque donde el
premio es mucho,
el atrevimiento es
poco.
Y si por disculpa
dais
que es infinito el
que espero,
averigüemos primero,
pensamiento, en qué
os fundáis.
Vos a quien servís
amáis;
diréis que ocasión
tenéis,
si a vuestros ojos
creéis;
pues, pensamiento,
decildes
que sobre pajas humildes
torres de diamante
hacéis.
Si no me sucede bien,
quiero culparos a
vos;
mas teniéndola los
dos,
no es justo que culpa
os den;
que podréis decir
también
cuando del alma os
levanto,
y de la altura me
espanto
donde el amor os
subió,
que el estar tan bajo
yo
os hace a vos subir
tanto.
Cuando algún hombre
ofendido,
al que le ofende
defiende,
que dio la ocasión se
entiende.
Del daño que os ha
venido,
sed en buen hora
atrevido;
que aunque los dos
nos perdamos,
esta disculpa
llevamos:
que vos os perdéis
por mí
y que yo tras vos me
fui,
sin saber adónde
vamos.
Id en buen hora,
aunque os den
mil muertes por
atrevido;
que no se llama
perdido
el que se pierde tan
bien.
Como a otros dan
parabién
de lo que hallan,
estoy tal,
que de perdición
igual
os le doy; porque es
perderse
tan bien, que puede
tenerse
envidia del mismo
mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario